PUBLICACIONES:
-Libros:
- Francisca Rivera Leiva. M. Molero Peinado
"Cuaderno para hablar". Programa para facilitar la comunicación en
niños diagnósticados dentro del trastorno del espectro autista" Ediciones
Aljibe. 2016.
http://www.edicionesaljibe.com/novedad/News/show/cuaderno-para-hablar-1444
- Relatos:
- "El oasis de los miedos".
Relato “Tengo miedo”. Dedicado al acoso escolar. Playa de Ákaba. 2.016.
- “Cuéntame el Autismo III”.
Federación Autismo Madrid. 2.014
“Algo más
que un plano de metro”
http://autismomadrid.es/noticias/iii-concurso-cuentame-el-autismo-4-algo-mas-que-un-plano-del-metro/
- “Cuéntame el Autismo IV” Federación
Autismo Madrid. 2.015.
“¿Por qué?
http://autismomadrid.es/iv-concurso-de-relatos/iv-concurso-de-relatos-no-14-por-que/
- Cuéntame el Autismo V. Federación
Autismo Madrid. 2.016.
“Un viaje en
tren”.
"Esta mañana, todo está en silencio en casa. Sólo se escucha el tic tac del reloj y el ruido del teclado del ordenador en mi despacho. Son las 8, 30 horas. Me he despertado temprano porque esta noche apenas he podido dormir. Un sentimiento de preocupación y tristeza, de no saber si voy a estar a la altura de las circunstancias, invade mi mente. ¿Qué te voy a poder decir cuando lo sepas sabiendo que vas a sufrir cuando eso ocurra? Debo callar, guardar un secreto dentro de ese cajón oscuro que está en el fondo de mi corazón. Aún duermes, soñando posiblemente que por primera vez has tenido amigos y compañeros que han sabido entender tu mundo o han tratado de acercarse a ti, aunque se hayan quedado en el descansillo de tu universo. Los que juegan contigo y comparten secretos como lo hacen los adolescentes.
Vuelve a mi
mente la escena de ayer, que se repite una y otra vez. De nuevo, escucho mis
pisadas al subir esa larga escalera con peldaños de madera que, con el peso de
mis acompañantes y el mío, hacen crujir el suelo. Todo ese entorno me
hace recordar esos colegios británicos a los que acudí tras finalizar mis
estudios a perfeccionar mi inglés. Techos altos, paredes pintadas de
blanco de dónde cuelgan los retratos al óleo, lámparas de las que caen
lágrimas de cristal y, al final de esa escalera, una sala. Un montaje escénico
similar al de las películas de tu personaje favorito, Harry Potter. Allí nos
espera una reunión, una de tantas a las que he podido acudir durante tus
catorce años de vida, pero esta vez se tiene que decidir sobre tu futuro…
Todo
continúa en silencio en casa, levanto la vista y me siento en paz. Estamos en
nuestro refugio, pero no logro olvidar el día de ayer.
Cuatro
personas en la sala de reuniones. Mi acompañante y yo casi sin hacer ruido al
mover las sillas nos sentamos con la prudencia que recomienda el acto. Nos
miramos con gesto de complicidad y frente a nosotras, dos miembros del colegio.
Una mesa de
caoba, larga y ovalada para dar cercanía a los interlocutores, un cuadro de frente
oscuro ya por el paso del tiempo, unos ventanales enormes con unas cortinas que
impiden ver la luz y una conversación. Es difícil mantener la mirada, las
palabras salen una tras otra, juntándose, formando frases incoherentes con
expresiones frías y distantes cuando hablan sobre ti. Los minutos pasan como si
tuvieran prisa por marcharse. Esas palabras retumban dentro de mí, miro a
mi acompañante con sorpresa, pues con preocupación e inquietud, escucho:
“Hay otros
proyectos más interesantes que el
autismo como el bilingüismo “”There are more
interesting Projects than autism. For example, Spanish/ English
bilingualism”…
“No se puede
continuar con el proyecto”.” We
can not continue with the project”
“Quizá
dentro de unos años” “Maybe in
a few years”
Levanto la
vista, miro a mi acompañante con sorpresa y un escalofrío recorre mi interior.
Vuelvo la mirada hacia nuestro interlocutor y se confirman mis
temores, sólo eres un proyecto inacabado…
Como otra
etapa más de nuestras vidas, salvo el texto, cierro el archivo y apago el
ordenador.
¿Y mañana
qué? ¿Dónde quedará secundaria?
Debes de
marcharte, sólo has sido un proyecto inacabado, un “juguete roto”…
Oigo como te
despiertas y te diriges hacia mí y me dices,
“Mis amigos
me están esperando” “My Friends
are waiting for me”.
Éste es un
relato basado en un hecho real acontecido en Diciembre 2013
" EL CHAT "
"Hoy
toca zafarrancho en casa. Comienza la cuenta atrás, tan sólo quedan 3 días para
que se inicie el curso escolar y aún tu cuarto sin ordenar. Tengo que sacar de
tu mochila y de aquella bolsa que nos dieron al finalizar el curso, tus
trabajos del año pasado.
Entró en tu
cuarto, cojo tu mochila, la abro para sacar el material del aula TGD de éste
curso. Saco tus cuadernos y los dejo encima de tu cama.
Recuerdo que
dentro del armario está el aún el material de hace cuatro años cuando estabas
en educación ordinaria con apoyos. Saco todo, y los dejo al lado, de los otros.
Oigo un
sonido es el teléfono, acaban de enviarme un mensaje. Dejo todo, me dirijo hacia
él, y lo leo.
“No puede
ser. No me lo puedo creer”, pienso.
Otro amigo
de mi hijo, que se queda sin plaza en su centro escolar…
“Vaya”,
comienzo a recordar como de los chicos de nuestro entorno, él había logrado
finalizar la educación secundaria dentro de un aula y lo contentos que
estábamos todos. El vivo ejemplo, del viejo lema “si se quiere se puede”.
Vuelvo a
organizar tus cuadernos escolares y sigo pensando en su familia, y que
posibilidades tendrá para el nuevo curso escolar,” ¿dónde le escolarizarán?””
¿podrá continuar con el bachillerato””? ¿existen aulas TGD de bachillerato o
formación profesional para TEA?” ...
Sin querer
comienzo a mezclar tus cuadernos, los de ordinaria con los del aula TGD.
“¡Vaya! Con
lo que me gusta el orden, ahora tengo que buscar por fechas”, hablo en voz alta.
Abro uno de
ellos, sin imágenes, solo texto en negro con espacios para poder escribir y con
un nivel de los primeros cursos de Primaria. Y pienso, “será el de
ordinaria de hace cinco años”. Busco la fecha y cuando la veo, 21 de enero
2014. ” ¡No puede ser, del Aula TGD!”, vuelvo a hablar en alto. Nerviosa, cae
en mis manos otro de ellos, lo abro y veo una página explicando el ciclo del agua, con
imágenes, y con un nivel más alto, del segundo ciclo de Primaria. Busco la
fecha y veo, 30 de noviembre 2009. Estabas en educación ordinaria.
Entonces,
comienzan a humedecérseme los ojos y pienso, ¿podrá alcanzar los objetivos que
le marcan en las distintas materias? ¿de qué nivel real estamos hablando?
De nuevo el
teléfono, otro mensaje. Esta vez es Pilar, y comienzo a leer:
“Debemos
reclamar una regulación normativa de las Aulas TGD”
Suena otra
vez el chat, un nuevo mensaje.
“¿A que no
sabéis qué le ha pasado a Mario éste año en su Aula? Aún está sin p.t. no han
avisado a nadie de la lista y ¿a quién le dejo al niño el primer día del curso?”
Y, con
lágrimas en los ojos, se escucha otro mensaje, lo leo
“Venga que
nosotros podemos” ….
El invierno llegaba a su fin y tan sólo faltaba un día para que yo naciera.
Allí dentro de mi madre me encontraba como “pez en el agua”. Escuchaba algún
sonido que retumbaba dentro, un ruido parecido a un “ring, ring”, el tono del
timbre del teléfono que no paraba una y otra vez de sonar en casa. Alguna vez
era la que iba a ser mi abuela, otras mi yaya, y otras, mis tías. Todos querían
estar allí, el día de mi nacimiento.
Escuchaba a papá y a mamá hablar reír, y eso me daba tranquilidad.
Aún tenía que esperar, ¡Jo! ¡Qué rollo! No me gustan las esperas.
De repente, todo quedó en silencio y los ruidos desaparecieron. Creo que la
noche acabó con mis padres agotados, sobre todo, mi madre a la que había
escuchado demasiada cerca de mí, su corazón, durante todo el día. Eran sus
nervios.
A la mañana siguiente sin saber porque, yo empecé a deslizarme dentro de
ese líquido que me tenía sumergido hacía abajo. Yo no quería caerme y trataba
de subir de nuevo hacia arriba. ¡Qué miedo! Tenía que nacer…
De repente, me encontré una puerta que se abría poco a poco y por la que al
fondo, veía una luz. Era blanca, y oía sonidos cada vez más fuertes. Quise
taparme los oídos, pero no pude. Mis manos no podían taparlos. Sólo tenía ganas
de llorar.
Y fue, entonces, cuando nací.
¡Qué momento!
Y me puse a llorar.
Mamá estaba tumbada, agotada y papá a su lado, cogido de su mano, comenzó a
mirarme y me sonrió.
Mis ojos aún no los veían bien, pero sabía que eran ellos. Los había estado
escuchando durante nueve meses, hablándome una y otra vez, sonriendo juntos y
algunas veces, discutiendo por el nombre que me iban a poner.
Qué pena sólo recuerdo esa luz, y esas sonrisas.
Después de algún tiempo he visto alguna película que me grabaron durante
esos días en el hospital y como comencé a comer.
Como todo lo que me ocurre en mi vida, siempre lo tengo que relacionar con
una estación de metro o de bús. Nací en Madrid en la estación de Rubén Dario,
que lleva el nombre del que creo que fue un escritor.
Había llegado al mundo entre el último día del invierno y el primero de la
primavera. Y todo, todo era perfecto. Nadie había descubierto en mí nada
diferente…
Octubre 2014
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